A un año de la Ley de Cultura (entre otras)
Luis Barragán
Noticiero Digital tuvo la amabilidad de recoger nuestros modestos
aportes, antes, durante e inmediatamente después de sancionada la Ley
Orgánica de Cultura. Un año después, el tiempo le dio la razón a la
bancada opositora, porque – además – no ha sido promulgada o devuelta
por el Ejecutivo Nacional, atolondradamente aprobada por el oficialismo
en apenas dos sesiones que daban término al primer período de 2013.
Algún día contaremos las distintas vicisitudes de la discusión del
otrora proyecto, incluyendo circunstancias como el despojo de la
presidencia de la Comisión Permanente de Cultura que estuvo bajo la
responsabilidad del diputado Miguel Ángel Rodríguez, la contribución de
la comunidad cultural opositora, como el desarrollo mismo de la
discusión en la plenaria. Por lo pronto, agradecemos dos referencias
contrastantes: la firme, decidida, oportuna y solidaria cooperación que
nos brindó Nicomedes Febres Luces, huérfano de toda vanidad, y, aunque
parezca extraño, a pesar de las evidentes diferencias políticas e
ideológicas, el convencimiento, franqueza y carácter de una adversaria
difícil como la diputada Gladys Requena, aventajada por la referida
presidencia – otrora provisional - que le tocó ejercer.
Apenas dos sesiones, las del 6 y 13 de agosto de 2014, bastaron para que
la mayoría gubernamental impusiese la que denominamos la Ley del
Monopolio Estatal de la Cultura, omitiendo todas las observaciones y
propuestas aportadas por la bancada opositora, incluso, con sobrada
antelación. El partido de gobierno claramente improvisó y se apresuró a
aprobar una ley exclusivamente consultada con sus militantes, a pesar de
nuestra solicitud para extender el plazo y ampliar la participación,
como consta en un medio gubernamental que, por casualidad, consideró
algunos de nuestros reparos (Correo del Orinoco, Caracas, 08/08/2013).
Después de un año, apuntemos, por una parte, que todavía atentando
contra las libertades culturales, la señalada ley luce muy mala para los
propias conveniencias e intereses del gobierno nacional, incluyendo la
creación de un fondo cultural huérfano de convincentes mecanismos de
control, capaz de apuntalar la crisis que lo aqueja en torno al enorme
despilfarro de recursos tan propicios para la corrupción. Por otra,
indica una pugna de las camarillas burocráticas que burlan las propias
elaboraciones de sus diputados, por no mencionar que Nicolás Maduro no
asume plenamente sus responsabilidades de Estado al promulgar o devolver
oportunamente las leyes sometidas a su consideración. Luego, se dirá
que constituye una ventaja la de no contar con una normativa precisa en
el ámbito cultural para propios y extraños; empero, esa orfandad es lo
que permite la gigantesca demagogia que ha propiciado un semejante
deterioro en el ámbito cultural, parejo al derroche y al panfleto.
Semejante suerte a la de la Ley Orgánica de Cultura, corren la Ley para
el Desarrollo y la Creación Artesanal, el Código Orgánico
Penitenciario, la Ley Especial sobre el Hurto y Robo de Vehículos y la
Ley que Regula la Compra y Venta de Vehículos Automotores Nuevos y
Usados. Ésta última, por ejemplo, fue sancionada por consenso
asambleario: significa que ni el consenso genera la confianza del
Ejecutivo, acaso desconfiando propiamente del trabajo que hace la misma
bancada oficialista.
Ya sancionadas y a la espera de la promulgación por la junta directiva
de la Asamblea Nacional, las citadas materias no pueden ser objeto de la
habilitante. El Presidente de la República no puede ya emitir sendos
decretos leyes al respecto, pero sí intentar explicarse al omitir una
responsabilidad que es de Estado, porque – simplemente - ha debido
devolverlas o promulgarlas.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/08/a-un-ano-de-la-ley-de-cultura-entre-otras/
Cfr.
http://enoriente.com/canales/yvn/40685-cr%C3%B3nica-parlamentaria-la-%E2%80%9Cterrible-gesti%C3%B3n%E2%80%9D-de-la-an
miércoles, 20 de agosto de 2014
miércoles, 13 de agosto de 2014
DE LA IRRESPONSABILIDAD GUBERNAMENTAL
Luis Barragán
Indicó el diputado Barragán que
el aniversario de la sanción de la citada ley revela varias circunstancias:
“Por una parte, aún atentando contra las libertades culturales, luce muy mala
para los propias conveniencias e intereses del gobierno nacional, incluyendo la
creación de un fondo cultural huérfano de convincentes mecanismos de control,
capaz de apuntalar la crisis que lo aqueja en torno al enorme despilfarro de
recursos tan propicio para la corrupción. Por otra, indica una pugna de las camarillas
burocráticas que burlan las propias elaboraciones de sus diputados, por no
mencionar que Nicolás Maduro no asume plenamente sus responsabilidades de
Estado al promulgar o devolver oportunamente las leyes sometidas a su
consideración. Luego, se dice que constituye una ventaja la de no contar con
una normativa precisa en el ámbito cultural para propios y extraños; empero,
esa orfandad es lo que permite la gigantesca demagogia que ha propiciado un
semejante deterioro en el ámbito cultural, parejo al derroche y al
panfletarismo”.
A un año de la Ley de Cultura, Nicolás Maduro faltó a una
responsabilidad que es de Estado
Cumpliendo hoy, 13 de agosto, un
año de sancionada la Ley Orgánica de Cultura, el diputado Luis Barragán, por
entonces vocero de la oposición en la materia, señala “el asombroso limbo en el
que se encuentra el instrumento que no fue devuelto ni promulgado por el Ejecutivo
Nacional, como debió luego hacerlo la junta directiva de la Asamblea Nacional
de acuerdo con el artículo 216 de la vigente Constitución de la República,
transcurrido un tiempo holgado para ello”.
Recordó el parlamentario que la
discusión de una normativa tan compleja y de carácter orgánico, fue agotada en
una semana: “Apenas dos sesiones, las del 6 y 13 de agosto de 2014, bastaron para
que la mayoría gubernamental impusiese la que denominamos la Ley del Monopolio
Estatal de la Cultura, omitiendo todas las observaciones y propuestas aportadas
por la bancada opositora, incluso, con sobrada antelación cuando la Comisión
Permanente de Cultura la encabezó el diputado Miguel Ángel Rodríguez, quien fue
injustamente despojado de la presidencia. El partido de gobierno evidentemente
se apresuró a aprobar una ley exclusivamente consultada con sus militantes, a
pesar de nuestra solicitud para extender el plazo y ampliar la participación”.
Llama la atención sobre una
similar situación para otras leyes sancionadas, pero no promulgadas o devueltas
por el Presidente de la República, como la Ley para el Desarrollo y la Creación Artesanal, el Código
Orgánico Penitenciario, la Ley Especial sobre el Hurto y Robo de Vehículos y la
Ley que Regula la Compra y Venta de Vehículos Automotores Nuevos y Usados:
“Ésta última, por ejemplo, fue sancionada por consenso de los parlamentarios,
como recientemente la Ley Orgánica de Recreación a la que debemos hacer el
seguimiento correspondiente para que no tenga igual destino. Significa que ni
el consenso genera la confianza del Ejecutivo, acaso desconfiando propiamente
del trabajo que hace la misma bancada oficialista
Igualmente precisó que “ya sancionadas y a la
espera de la promulgación por la junta directiva de la Asamblea Nacional, las
citadas materias no pueden ser objeto de la habilitante. El Presidente de la
República no puede ya emitir sendos decretos leyes al respecto, pero sí
intentar explicarse al omitir una responsabilidad que es de Estado”.
Finalmente, el diputado Barragán, miembro de la
Movida Parlamentaria, dijo: “Abierta ayer la convocatoria para el Congreso
Ciudadano, las comunidades culturales libremente podrán plantear también sus
problemas. Y, por ello, las invitamos a participar en las Asambleas de
Ciudadanos que seleccionarán a sus representantes para el Congreso, a objeto de
enriquecer el debate sobre la emergencia cultural que nos agobia, gracias a la opresiva
hegemonía que ejerce el Estado”.
Fuentes:
lunes, 14 de abril de 2014
El problema cultural
LA RAZÓN, Caracas, año XX, nr. 1001 del 16 al 23 de marzo de 2014, pp. 1 y 6
Luis Barragán, diputado: “La MUD ha de replantearse de acuerdo a las circunstancias actuales”
“El gobierno sospecha de todo y de todos”
“Se inventan mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir”
Enrique Meléndez
El diputado Luis Barragán afirma que si es de hablar de la violencia, como lo destaca el presidente Nicolás Maduro, o de los antivalores, que predominan en nuestra sociedad, muy azotada por la delincuencia, son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las principales responsables.
“El lenguaje del poder es tan violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o sofisticada persecución contra toda disidencia u oposición que, por supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede desmentir ni evadir, por más que se queje e inculpe a los demás”, expresa el diputado Barragán.
El diputado Barragán fue miembro por tres años de la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional, y repentinamente lo transfirieron finalizando esta semana a la Comisión de Política Exterior. No olvidemos, se incorporó plenamente a raíz del allanamiento a la inmunidad parlamentaria de Richard Mardo.
El presidente Nicolás Maduro aseguró que una de las causas de este flagelo estribaba en el hecho de que las telenovelas fomentaban una serie de falsos valores ¿Qué piensa usted?
-Evidentemente que Nicolás Maduro no entiende ni asume responsablemente la realidad venezolana, porque si hablamos de violencia son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las que principalmente siembran a la sociedad de antivalores.
“El lenguaje del poder es tan violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o sofisticada persecución contra toda disidencia u oposición que, por supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede desmentir ni evadir, por más que se queje e inculpe a otros. Además, luce propiamente como un estereotipo de la Venezuela contemporánea, acusar a las telenovelas y a las plantas televisoras del sector privado, sin que el Estado sepa de una autocrítica seria y rigurosa que permita – incluso – evaluar la pertinencia de una hegemonía comunicacional que no social, asfixiante”.
“Digamos, un examen de conciencia necesario para enmendar la plana, en lugar de mentir colosalmente. El creciente monopolio de medios que ejerce la cúpula de un PSUV prácticamente confundido con el Estado, desemboca y explica una guerra psicológica que tiene importantísimas e indeseables consecuencias. Luego, las crecientes tasas de homicidios de esta larga década y media, se ofrecen como un dato estructural del modelo socialista en boga, junto a la elevada inflación, el desempleo real, etcétera”.
“Sostenemos, por una parte, que la producción de telenovelas del sector privado nacional ha disminuido – valga el término – dramáticamente: ya no las exportamos, como ocurría lustros atrás. Esto es fácil de constatarlo a través de informes especializados y recientes como los del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (OBITEL) al comparar el llamado contexto audiovisual de los países de la región, de acuerdo a los volúmenes que nos fueron obsequiados”.
“Una autoridad en la materia, como es el profesor Antonio Pasquali, por otra, cita un interesantísimo y revelador estudio: entre los1950 y 1990, tiempos de la Guerra Fría, con predominio de la programación fílmica estadounidense, la tasa de homicidios en Venezuela fue de 9,08 por cada cien mil habitantes, mermando a partir de 1995. No obstante, la tasa de homicidios en el año 2000, se eleva a 26,4 por cada cien mil habitantes; en 2005, a 45 por cada cien mil habitantes; en 2010, a 57 por cada cien mil habitantes; en 2013, a 79 por cada cien mil habitantes”.
“Casi 25 mil muertes violentas hablan del cierre de 2013, en un país en el que colapsó la industria telenovelística – además – de exportación. Faltando poco, cuando se supone que el Estado vela por la integridad física de los reclusos, siéndole más fácil que salvaguardarla en las calles, las cárceles venezolanas exponen cifras espeluznantes de muertos y que sepamos, no guarda correspondencia alguna con las horas que sus victimarios – encerrados - ahora acumulan frente al televisor para gozar de la serie favorita, reduciendo al absurdo el alegato gubernamental”
“Por cierto, el ministro Rodríguez Torres señaló que la tasa de 2013 era sólo de 39 por cada cien mil habitantes, pero no indicó cómo arribó a una cifra que contrasta con la del Observatorio Venezolano de la Violencia, entidad que tiene el mérito adicional de señalar y especificar la metodología empleada. Valga acotar, algo que no extraña debido a la recurrente manipulación estadística del gobierno: suele maquillar los números, forzar las ecuaciones, subestimar las evidencias, en materia económica, de salud, vivienda, empleo, etc. La caída de la URSS, recordemos, fue precedida por la estrepitosa e inocultable insinceridad de sus estadísticas”.
“ Cornelius Castoriadis decía que el político es prisionero de sus palabras. Y cada vez que habla Nicolás, se nota la angostura de una cárcel ideológica en la que parece sentirse tan a gusto”.
Pero siempre se ha dicho que las telenovelas siembran una serie de estereotipos en el individuo; precisamente, condicionándolo para la sociedad de consumo; enajenándole su conciencia. ¿Eso todavía no se ha podido resolver?
“No soy especialista en la materia, aunque me ha interesado indagarla por el trabajo legislativo que hemos intentado hacer. La telenovela, como en otros ámbitos del arte, estereotipa o estigmatiza para bien o para mal, según la calidad del producto, pudiendo influir profundamente en la sociedad. Hay telenovelas, guionistas y hasta actores extraordinarios, al lado de los peores y hasta mal intencionados. Importan tres datos: la libertad de elegir, ponderándolas adecuadamente; la posibilidad de debatir, porque no debe contentarnos el sólo e interesado juicio del gobierno que, al condenarlas, no las hace mejores que las del sector privado, por lo que apuesta también por estigmatizarlas para liquidarlo, sin competir; y, paradójicamente, el régimen alienta el consumismo electrodoméstico, aunque no consumimos los insumos básicos como los alimentos y medicamentos. Una sociedad consumista, sin consumo”
“Contamos con una experiencia que satisfizo mucho al país, la llamada telenovela cultural, algunas décadas atrás. De modo que no todo ha sido un infierno. Empero, sin tener moral para ello, el gobierno se ha convertido en el telenovelero mayor, versionando sus propios fracasos, pretendiendo esconder las realidades que nos agobian. Una tragicomedia, pues, que se dice interminable aunque ya estamos en los capítulos postreros”.
¿Está la intelectualidad chavista preparada para diseñar una propuesta estética, como la que se planteó en la antigua Unión Soviética; conocida como realismo socialista?
- Es muy acertada tu observación, porque suscita otras que nos interrogan. Unos se quedaron y no tuvieron la posibilidad de escapar, como el prohibido Rachmaninoff, condenados a aceptar las imposiciones y caprichos del estalinismo, por no citar el caso de la pintura como he tenido ocasión de conversar con Nicomedes Febres sobre la antigua URSS. Mucho tememos que, en el caso venezolano, es demasiado pedir un planteamiento estético más o menos organizado, meditado, coherente, semejante al llamado realismo socialista.
“La alta burocracia cultural, por lo que ha demostrado, no tiene idea de lo que fue y significó esa polémica y, mucho menos, cuenta con la intención de provocarla, imponiendo orientaciones, pues, eso genera trabajo. Está más cerca del consabido caso de Heberto Padilla, y del socialismo real en su sentido literal: se trata de un privilegiado presupuesto público que los une, y de aprovecharlo al máximo mediante un populismo cultural sin límites, exprimiendo toda la demagogia que les sea posible”.
“La actual dirigencia socialista no guarda relación con los fundadores del Partido Comunista de Venezuela, en cuanto a la hondura de pensamiento, por ejemplo. Decidieron equivocadamente la lucha armada, impulsaron un proyecto que estruendosamente ha fracasado en Cuba, pero tenían una estatura y compromiso muy diferente a los actuales conductores del Estado”.
“No es lo mismo, nuestro caso, plantear en la Asamblea Nacional el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura en condiciones tan adversas, con una manipuladora dirección de debate, la estridencia de los palcos y los repetidores de consignas, que haberlo hecho – por ejemplo – con Héctor Mujica. Y hago la observación con mucho respeto y consideración, pero – el texto sancionado y los videos lo demuestran – la cultura del oficialismo tiene por esenciales requisitos la hegemonía del Estado y el presupuesto público a subastar en la vasta clientela política”.
Hace poco fue creado un organismo, que se va a ocupar de decidir lo que debe salir o no debe salir en los medios de comunicación; de acuerdo a lo que considera el régimen que atenta o no contra su imagen, y un organismo de este tipo de censura en el gobierno de López Contreras se intentó establecer, y el pueblo venezolano se levantó. ¿Significa esto que volvemos a una época semejante a la gomecista?
“Acá nos estamos metiendo en profundidades, porque en nombre de la post-modernidad se hacen todos estos desafueros, pegando un salto (antes impensable) hacia la pre-modernidad. La relación ciudadanía - Estado no es igual hoy a la de ayer, cierto, pero retrocedemos a etapas que creímos haber superado en Venezuela. El gobierno actual se inventa mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir. Tiene una perspectiva conspiratorial de las personas, el mundo y las cosas que asombra. Sospecha de todo y de todos, moliendo los recursos del Estado, botando un dineral que no es para cuidar de la vida de los venezolanos, precisamente”.
“López Contreras, un tanto inseguro ante la situación, intentó celebrar la transición reprimiendo a la población, bajo un formato e intereses que heredó, pero hubo la reacción del 14 de Febrero, una magnífica y pujante movilización popular que forzó al lopecismo a administrar, limar o aminorar sus orígenes gomecistas”.
“Además, se trataba de un gobierno, si valiese la comparación, que tuvo en su gabinete a figuras como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani o Tulio Chiossone, sin equivalentes actuales. Cual sucursal del G-2, la mayor atención la dispensan hoy a las entidades y mecanismos de inteligencia, seguimiento y persecución de toda disidencia, penetrado el medio cultural”.
“Permanece el espíritu del 14 de febrero de 1936, el espíritu del 23 de enero de 1958; el espíritu de la inconformidad, de la protesta y de la lucha. Hay una cultura democrática imposible de pulverizar, así detengan, manden a la peligrosa cárcel de Puente Ayala, a los jóvenes que pacíficamente protestaron a la delegación cubana de la Serie del Caribe, tratados tan injusta y abusivamente como delincuentes comunes”.
Usted forma parte de un grupo de parlamentarios que se han dado en llamar “La Movida Parlamentaria”. ¿Este es el primer paso para una salida de la MUD, un organismo muy cuestionado hoy en día, en un futuro próximo?
- De hecho, La Movida Parlamentaria está integrada por independientes y militantes de partidos que forman parte de la MUD. Deseamos un proceso de discusión que contribuya a relanzar la unidad para que se haga viva y eficaz, yendo más allá de las direcciones partidistas que hacen la MUD.
“La MUD, coordinada por Ramón Guillermo Aveledo, quien cuenta con todo nuestro respeto y admiración, ha cumplido un decisivo e importante papel en materia electoral, pero ha de replantearse de acuerdo a las difíciles circunstancias actuales. Los directivos de los principales partidos sindicalizados, que conforman y deciden la Mesa, deben reconocer que necesitamos ampliarla porque la unidad como sentimiento y mandato va mucho más allá, urgiendo de la pluralidad de los ámbitos ciudadanos (laborales, gremiales, vecinales, etc.).
¿Usted es el diputado suplente de Richard Mardo? ¿Cómo ha sido su trayectoria política?
- El injusto allanamiento de Mardo, acarreando su suspensión e inhabilitación política, nos llevó a ocupar la curul que siempre ha sido de trabajo, pues, constando el récord de asistencia a la Comisión de Cultura y nuestras modestas intervenciones en las sesiones plenarias, hay una continuidad de esfuerzos. Tareas que asumimos con vocación y sentido de responsabilidad en una Asamblea Nacional que debe parlamentar, no parlar; controlar, no acatar; legislar, no habilitar; y presupuestar, no fiar.
“Siempre resultante de los comicios internos, desempeñé tempranas responsabilidades en las direcciones regionales y nacionales de la Juventud Demócrata-Cristiana, sobre todo en el ámbito ideológico. En la adultez, ejercí la Secretaría de la Fracción Parlamentaria durante el dificilísimo cierre del Congreso de la República y, más tarde, la Subsecretaría General Nacional del Partido de la cual me separé en circunstancias no menos difíciles de la vida interna. Y, a sabiendas de los agudos problemas generados por este socialismo rentístico, decidí renunciar como militante de la organización con la prudencia que ameritaba un acto irrelevante para el país: discrepamos de la línea desarrollada por el partido, alejada toda rectificación, que – además – asistió al monólogo de Miraflores, sin que – por lo menos, algo que se hizo recurrente - yo fuese consultado, aún siendo un diputado en funciones y adscrito a la bancada socialcristiana. Nuestra nostalgia es por el futuro que necesita de compromiso, imaginación y audacia para construirlo”.
Luis Barragán, diputado: “La MUD ha de replantearse de acuerdo a las circunstancias actuales”
“El gobierno sospecha de todo y de todos”
“Se inventan mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir”
Enrique Meléndez
El diputado Luis Barragán afirma que si es de hablar de la violencia, como lo destaca el presidente Nicolás Maduro, o de los antivalores, que predominan en nuestra sociedad, muy azotada por la delincuencia, son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las principales responsables.
“El lenguaje del poder es tan violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o sofisticada persecución contra toda disidencia u oposición que, por supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede desmentir ni evadir, por más que se queje e inculpe a los demás”, expresa el diputado Barragán.
El diputado Barragán fue miembro por tres años de la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional, y repentinamente lo transfirieron finalizando esta semana a la Comisión de Política Exterior. No olvidemos, se incorporó plenamente a raíz del allanamiento a la inmunidad parlamentaria de Richard Mardo.
El presidente Nicolás Maduro aseguró que una de las causas de este flagelo estribaba en el hecho de que las telenovelas fomentaban una serie de falsos valores ¿Qué piensa usted?
-Evidentemente que Nicolás Maduro no entiende ni asume responsablemente la realidad venezolana, porque si hablamos de violencia son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las que principalmente siembran a la sociedad de antivalores.
“El lenguaje del poder es tan violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o sofisticada persecución contra toda disidencia u oposición que, por supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede desmentir ni evadir, por más que se queje e inculpe a otros. Además, luce propiamente como un estereotipo de la Venezuela contemporánea, acusar a las telenovelas y a las plantas televisoras del sector privado, sin que el Estado sepa de una autocrítica seria y rigurosa que permita – incluso – evaluar la pertinencia de una hegemonía comunicacional que no social, asfixiante”.
“Digamos, un examen de conciencia necesario para enmendar la plana, en lugar de mentir colosalmente. El creciente monopolio de medios que ejerce la cúpula de un PSUV prácticamente confundido con el Estado, desemboca y explica una guerra psicológica que tiene importantísimas e indeseables consecuencias. Luego, las crecientes tasas de homicidios de esta larga década y media, se ofrecen como un dato estructural del modelo socialista en boga, junto a la elevada inflación, el desempleo real, etcétera”.
“Sostenemos, por una parte, que la producción de telenovelas del sector privado nacional ha disminuido – valga el término – dramáticamente: ya no las exportamos, como ocurría lustros atrás. Esto es fácil de constatarlo a través de informes especializados y recientes como los del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (OBITEL) al comparar el llamado contexto audiovisual de los países de la región, de acuerdo a los volúmenes que nos fueron obsequiados”.
“Una autoridad en la materia, como es el profesor Antonio Pasquali, por otra, cita un interesantísimo y revelador estudio: entre los1950 y 1990, tiempos de la Guerra Fría, con predominio de la programación fílmica estadounidense, la tasa de homicidios en Venezuela fue de 9,08 por cada cien mil habitantes, mermando a partir de 1995. No obstante, la tasa de homicidios en el año 2000, se eleva a 26,4 por cada cien mil habitantes; en 2005, a 45 por cada cien mil habitantes; en 2010, a 57 por cada cien mil habitantes; en 2013, a 79 por cada cien mil habitantes”.
“Casi 25 mil muertes violentas hablan del cierre de 2013, en un país en el que colapsó la industria telenovelística – además – de exportación. Faltando poco, cuando se supone que el Estado vela por la integridad física de los reclusos, siéndole más fácil que salvaguardarla en las calles, las cárceles venezolanas exponen cifras espeluznantes de muertos y que sepamos, no guarda correspondencia alguna con las horas que sus victimarios – encerrados - ahora acumulan frente al televisor para gozar de la serie favorita, reduciendo al absurdo el alegato gubernamental”
“Por cierto, el ministro Rodríguez Torres señaló que la tasa de 2013 era sólo de 39 por cada cien mil habitantes, pero no indicó cómo arribó a una cifra que contrasta con la del Observatorio Venezolano de la Violencia, entidad que tiene el mérito adicional de señalar y especificar la metodología empleada. Valga acotar, algo que no extraña debido a la recurrente manipulación estadística del gobierno: suele maquillar los números, forzar las ecuaciones, subestimar las evidencias, en materia económica, de salud, vivienda, empleo, etc. La caída de la URSS, recordemos, fue precedida por la estrepitosa e inocultable insinceridad de sus estadísticas”.
“ Cornelius Castoriadis decía que el político es prisionero de sus palabras. Y cada vez que habla Nicolás, se nota la angostura de una cárcel ideológica en la que parece sentirse tan a gusto”.
Pero siempre se ha dicho que las telenovelas siembran una serie de estereotipos en el individuo; precisamente, condicionándolo para la sociedad de consumo; enajenándole su conciencia. ¿Eso todavía no se ha podido resolver?
“No soy especialista en la materia, aunque me ha interesado indagarla por el trabajo legislativo que hemos intentado hacer. La telenovela, como en otros ámbitos del arte, estereotipa o estigmatiza para bien o para mal, según la calidad del producto, pudiendo influir profundamente en la sociedad. Hay telenovelas, guionistas y hasta actores extraordinarios, al lado de los peores y hasta mal intencionados. Importan tres datos: la libertad de elegir, ponderándolas adecuadamente; la posibilidad de debatir, porque no debe contentarnos el sólo e interesado juicio del gobierno que, al condenarlas, no las hace mejores que las del sector privado, por lo que apuesta también por estigmatizarlas para liquidarlo, sin competir; y, paradójicamente, el régimen alienta el consumismo electrodoméstico, aunque no consumimos los insumos básicos como los alimentos y medicamentos. Una sociedad consumista, sin consumo”
“Contamos con una experiencia que satisfizo mucho al país, la llamada telenovela cultural, algunas décadas atrás. De modo que no todo ha sido un infierno. Empero, sin tener moral para ello, el gobierno se ha convertido en el telenovelero mayor, versionando sus propios fracasos, pretendiendo esconder las realidades que nos agobian. Una tragicomedia, pues, que se dice interminable aunque ya estamos en los capítulos postreros”.
¿Está la intelectualidad chavista preparada para diseñar una propuesta estética, como la que se planteó en la antigua Unión Soviética; conocida como realismo socialista?
- Es muy acertada tu observación, porque suscita otras que nos interrogan. Unos se quedaron y no tuvieron la posibilidad de escapar, como el prohibido Rachmaninoff, condenados a aceptar las imposiciones y caprichos del estalinismo, por no citar el caso de la pintura como he tenido ocasión de conversar con Nicomedes Febres sobre la antigua URSS. Mucho tememos que, en el caso venezolano, es demasiado pedir un planteamiento estético más o menos organizado, meditado, coherente, semejante al llamado realismo socialista.
“La alta burocracia cultural, por lo que ha demostrado, no tiene idea de lo que fue y significó esa polémica y, mucho menos, cuenta con la intención de provocarla, imponiendo orientaciones, pues, eso genera trabajo. Está más cerca del consabido caso de Heberto Padilla, y del socialismo real en su sentido literal: se trata de un privilegiado presupuesto público que los une, y de aprovecharlo al máximo mediante un populismo cultural sin límites, exprimiendo toda la demagogia que les sea posible”.
“La actual dirigencia socialista no guarda relación con los fundadores del Partido Comunista de Venezuela, en cuanto a la hondura de pensamiento, por ejemplo. Decidieron equivocadamente la lucha armada, impulsaron un proyecto que estruendosamente ha fracasado en Cuba, pero tenían una estatura y compromiso muy diferente a los actuales conductores del Estado”.
“No es lo mismo, nuestro caso, plantear en la Asamblea Nacional el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura en condiciones tan adversas, con una manipuladora dirección de debate, la estridencia de los palcos y los repetidores de consignas, que haberlo hecho – por ejemplo – con Héctor Mujica. Y hago la observación con mucho respeto y consideración, pero – el texto sancionado y los videos lo demuestran – la cultura del oficialismo tiene por esenciales requisitos la hegemonía del Estado y el presupuesto público a subastar en la vasta clientela política”.
Hace poco fue creado un organismo, que se va a ocupar de decidir lo que debe salir o no debe salir en los medios de comunicación; de acuerdo a lo que considera el régimen que atenta o no contra su imagen, y un organismo de este tipo de censura en el gobierno de López Contreras se intentó establecer, y el pueblo venezolano se levantó. ¿Significa esto que volvemos a una época semejante a la gomecista?
“Acá nos estamos metiendo en profundidades, porque en nombre de la post-modernidad se hacen todos estos desafueros, pegando un salto (antes impensable) hacia la pre-modernidad. La relación ciudadanía - Estado no es igual hoy a la de ayer, cierto, pero retrocedemos a etapas que creímos haber superado en Venezuela. El gobierno actual se inventa mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir. Tiene una perspectiva conspiratorial de las personas, el mundo y las cosas que asombra. Sospecha de todo y de todos, moliendo los recursos del Estado, botando un dineral que no es para cuidar de la vida de los venezolanos, precisamente”.
“López Contreras, un tanto inseguro ante la situación, intentó celebrar la transición reprimiendo a la población, bajo un formato e intereses que heredó, pero hubo la reacción del 14 de Febrero, una magnífica y pujante movilización popular que forzó al lopecismo a administrar, limar o aminorar sus orígenes gomecistas”.
“Además, se trataba de un gobierno, si valiese la comparación, que tuvo en su gabinete a figuras como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani o Tulio Chiossone, sin equivalentes actuales. Cual sucursal del G-2, la mayor atención la dispensan hoy a las entidades y mecanismos de inteligencia, seguimiento y persecución de toda disidencia, penetrado el medio cultural”.
“Permanece el espíritu del 14 de febrero de 1936, el espíritu del 23 de enero de 1958; el espíritu de la inconformidad, de la protesta y de la lucha. Hay una cultura democrática imposible de pulverizar, así detengan, manden a la peligrosa cárcel de Puente Ayala, a los jóvenes que pacíficamente protestaron a la delegación cubana de la Serie del Caribe, tratados tan injusta y abusivamente como delincuentes comunes”.
Usted forma parte de un grupo de parlamentarios que se han dado en llamar “La Movida Parlamentaria”. ¿Este es el primer paso para una salida de la MUD, un organismo muy cuestionado hoy en día, en un futuro próximo?
- De hecho, La Movida Parlamentaria está integrada por independientes y militantes de partidos que forman parte de la MUD. Deseamos un proceso de discusión que contribuya a relanzar la unidad para que se haga viva y eficaz, yendo más allá de las direcciones partidistas que hacen la MUD.
“La MUD, coordinada por Ramón Guillermo Aveledo, quien cuenta con todo nuestro respeto y admiración, ha cumplido un decisivo e importante papel en materia electoral, pero ha de replantearse de acuerdo a las difíciles circunstancias actuales. Los directivos de los principales partidos sindicalizados, que conforman y deciden la Mesa, deben reconocer que necesitamos ampliarla porque la unidad como sentimiento y mandato va mucho más allá, urgiendo de la pluralidad de los ámbitos ciudadanos (laborales, gremiales, vecinales, etc.).
¿Usted es el diputado suplente de Richard Mardo? ¿Cómo ha sido su trayectoria política?
- El injusto allanamiento de Mardo, acarreando su suspensión e inhabilitación política, nos llevó a ocupar la curul que siempre ha sido de trabajo, pues, constando el récord de asistencia a la Comisión de Cultura y nuestras modestas intervenciones en las sesiones plenarias, hay una continuidad de esfuerzos. Tareas que asumimos con vocación y sentido de responsabilidad en una Asamblea Nacional que debe parlamentar, no parlar; controlar, no acatar; legislar, no habilitar; y presupuestar, no fiar.
“Siempre resultante de los comicios internos, desempeñé tempranas responsabilidades en las direcciones regionales y nacionales de la Juventud Demócrata-Cristiana, sobre todo en el ámbito ideológico. En la adultez, ejercí la Secretaría de la Fracción Parlamentaria durante el dificilísimo cierre del Congreso de la República y, más tarde, la Subsecretaría General Nacional del Partido de la cual me separé en circunstancias no menos difíciles de la vida interna. Y, a sabiendas de los agudos problemas generados por este socialismo rentístico, decidí renunciar como militante de la organización con la prudencia que ameritaba un acto irrelevante para el país: discrepamos de la línea desarrollada por el partido, alejada toda rectificación, que – además – asistió al monólogo de Miraflores, sin que – por lo menos, algo que se hizo recurrente - yo fuese consultado, aún siendo un diputado en funciones y adscrito a la bancada socialcristiana. Nuestra nostalgia es por el futuro que necesita de compromiso, imaginación y audacia para construirlo”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)