Armando tendrá que dejar a Juanita
Luis Barragán
En su sesión plenaria de ayer, volvió Armando Reverón a la Asamblea Nacional. Esta vez, fue discutido y aprobado un Acuerdo que autoriza el traslado de sus restos mortales del Cementerio General del Sur al Panteón Nacional, solicitado por Miraflores.
En la bancada democrática de la oposición, coincidimos sustancialmente con el proyecto planteado, votándolo en consecuencia, excepto dos consideraciones que, para sintetizar, aludió a la oligarquía que lo explotó vilmente, escudándose bajo su nombre. Vale decir, al reincidir en un acuerdo, el oficialismo aventuró nuevamente una versión maniquea, sectaria y francamente delincuencial que no abona al merecido y amplísimo tributo nacional que el pintor merece, asomando – digamos – una versión policial del marxismo que lo anima.
En una anterior ocasión (14/02/2014), replicamos los tan parecidos argumentos que la bancada del gobierno ahora expuso para reconocer la obra del genio de Castillete, siendo innecesario repetir la faena. Los diputados Bernardo Guerra, Wilmer Barreto y el suscrito, sin haberlo concertado, incluso, esgrimimos la significación actual – además – para la identidad de los varguenses, las cualidades pictóricas de un modelador de la luz y las circunstancias que hicieron su accidentada trayectoria de vida, aunque una de las voces gubernamentales afirmó tajantemente que Alfredo Boulton fue un ladrón de tan extraordinario pincel.
En lo particular, entre otros enunciados, subrayamos dos notas importantes: por una parte, suficientemente documentado (verba volant, scripta manent), Boulton quizá fue el primero que en este país propuso el Panteón Nacional para Reverón, sin dudas, toda una paradoja para quienes fuerzan su marxismo casero al envanecerse con la reciente solicitud presidencial. Y, por otra, ligado a quien lo lloró hasta morir, pedimos incurrir en la audacia de acordar también el traslado de Juanita Carrizales a la edificación guzmancista, siendo finalmente evadida la propuesta.
Concluimos que, sin Reverón, acaso Carlos Cruz Diez o Jesús Soto, por mencionar a algunos, no tendrían explicación en nuestro periplo artístico que, por cierto, afortunadamente, no supo de los desmanes políticos y represivos del consabido realismo socialista. Empero, llevándolo tan lejos de Juanita, no comprenderíamos cabalmente el testimonio humano de Armando,
http://www.noticierodigital.com/2015/04/armando-tendra-que-dejar-a-juanita/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1083693
De un máximo canal
Luis Barragán
En su sesión de ayer, la Asamblea Nacional consideró y aprobó un acuerdo en homenaje a Paúl del Río o Máximo Canales, protagonista de dos hechos francamente espectaculares, el secuestro de un famoso futbolista y de una embarcación, durante los difíciles años sesenta. Por supuesto, el proyecto dio una versión que, juzgamos, siendo tan excesivamente interesada y sectaria, no refleja al país pural y complejo que somos.
Respetamos – lo dimos – los planteamientos del diputado ponente y creímos innecesario y contraproducente, insistir sobre la significación y las consecuencias de la consabida insurrección armada de décadas atrás. Preferimos comentar sobre el artista que descubrimos, paradójicamente, a través de la revista “Resumen”, cuyo reportaje llevó un hermoso título (“Instrucciones para trascender”, siendo muchachos, o las veces que vimos su obra en galerías (“Viva México”); y, por supuesto, el Cuartel San Carlos.
Dos o tres años atrás, visitamos la histórica prisión colonial y nos sorprendió la literal ruidad en la que se encontraba, afecta por una remodelación parcial, mas no una debida restauración, imputable a la era de Farruco Sesto. Tuvimos ocasión de hablar con él brevemente, y la escasez de recursos con los que contaba la fundación presidida por Canales.
Obviamente, nos vino a la mente la muy distinta circunstancia que vivió el diputado Richard Blanco, preso en un centro penitenciario ara delincuentes comunes que convierte al San Carlos en casi un rissort. Sin embargo, cuidamos de no empañar el tributo.
Seguídamente, recordamos – cual sección parlamentaria de obituarios – desapariciones físicas recientes como la de Leonardo Montiel Ortega y Julián Pacheco, referentes también ineludibles de la Venezuela contemporánea. No fue posible que la Asamblea Nacional les dispensara un minuto de silencio a ambos, así de simple: sólo hay un máximo canal, el del gobierno que dice sus precursores.
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/22188-de-un-maximo-canal
viernes, 10 de abril de 2015
viernes, 9 de enero de 2015
¿Capítulo final?
Luis Barragan
La Asamblea Nacional sancionó la Ley Orgánica de Cultura en apenas dos sesiones, las del 6 y 13 de agosto de 2013. La arrogante bancada oficialista que desestimó las severas observaciones suscitadas por el proyecto, esperó inútilmente a la promulgación del instrumento por el Ejecutivo Nacional, temiendo cada vez más por una devolución que generara alguna consecuencia de carácter político interno.
A la postre, el temor se convirtió en una prolongada y flagrante humillación, rematada por el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Cultura, publicado en Gaceta Oficial de fecha 19/11/14. Subestimado y hasta despreciado el trabajo – urgido trabajo – de los funcionarios que se desempeñan en el parlamento, aparece tardíamente un texto que reafirma la supremacía de los funcionarios del gobierno, aunque todos ostenten o digan ostentar una misma camaradería.
Por lo demás, texto aún modificado que, a nuestro parecer, escapa de la habilitación presidencial. En tránsito la ley sancionada, le correspondía al Ejecutivo Nacional promulgarla o devolverla, contando la junta directiva del Legislativo con tiempo suficiente para fijar las responsabilidades del caso de conformidad con lo establecido en la Constitución de la República.
Ratificando uno de nuestros temores, los escasos 40 artículos del instrumento autorizarán la más variada, arbitraria y contradictoria reglamentación, y dejará a la intemperie materias como la cibercultura o la gastronomía que formaron parte de nuestras propuestas en el seno de la Comisión Permanente de Cultura. Sin embargo, nos llama poderosamente la atención, provocando una estruendosa carcajada, la eliminación del llamado Fondo Cultural.
En efecto, planteado a última hora, entre una y otra de las aludidas sesiones, propusimos la formal eliminación del artículo que contemplaba la creación del Fondo Cultural, sustancialmente copiado de otras leyes como la de Deportes o Ciencia, Tecnología e Innovación. Rápidamente, se nos acusó de agentes de los más grandes intereses fedecamaristas y paremos de contar los epítetos, pero ahora, es el propio gobierno el que dicta un decreto que nos da razón. Luego, con Aristóteles por el medio, Wittgenstein atravesado, o el célebre libro de Copi que introduce al más pintado en la lógica, la conclusión no es otra: Nicolás Maduro es el agente.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/21385-de-una-humorada-cultural
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