Luis Barragán
Regresando de la actividad institucional del parlamento venezolano, se impone una breve y necesaria reflexión. Materia grave y trascendente, en comparación con otras sobre las cuales se ha legislado en el actual período constitucional, realizamos recientemente la consulta pública del Proyecto de Ley Orgánica de la Cultura en el estado Nueva Esparta.
Podemos hacer un inventario de las fallas y de los aciertos del evento, al igual que de los otros zonales que tuvieron por sede las ciudades de Maracaibo, Valencia y San Felipe, pendientes Caracas, Mérida, Barinas y Barcelona. Sin embargo, deseamos referirnos al que tuvo por magnífico escenario la Casa de la Cultura Pueblo de la Mar Ramón Vásquez Brito, Porlamar.
Organizado el acto por las autoridades oficiales de la región, con una obvia y mayor capacidad de movilización, nuestra inicial inquietud apunta a la ausencia de los sectores de la oposición organizada en la discusión de lo que es, real y reconocidamente, un papel de trabajo de la Comisión Permanente de Cultura de la Asamblea Nacional. Y, si bien es cierto que logramos constatar algunas e importantes discrepancias en las mesas de trabajo, no menos lo es que los partidos políticos y la sociedad civil que configuran la alternativa democrática, debieron participar decididamente para comprobar – por lo menos - la propia naturaleza institucional del acto.
Sabemos muy bien que hay desconfianza en tales ceremonias, sobre todo porque los diputados de la oposición hemos sido víctimas de las constantes agresiones del oficialismo que tienen ya por emblema la literal golpiza recibida en el hemiciclo, pero – igualmente – que los espacios no deben cederse con tamaña facilidad cuando tratamos de defender los más caros derechos del pueblo venezolano. Por lo demás, la Casa Vásquez Brito no esbozaba riesgo personal alguno para la disidencia, a menos que alguien descubra y diga de una temible emboscada que aún desconocemos en ésta, nuestra indispensable, humilde y sincera perspectiva crítica.
La otra inquietud, llama poderosamente la atención el ambiente prácticamente religioso que suscita el recuerdo de Chávez Frías. En nuestra modesta hipótesis, el prolongado y extendido rito funerario avisa – por un lado - del resquebrajamiento efectivo del movimiento político que provoca el ejercicio hegemónico del poder, únicamente sobrellevado por la terquedad de los símbolos esgrimidos; y – por otro – de un celo identitario que lo releva del debate concreto y actualizador, en resguardo de un imaginario social que le ha sido políticamente tan rentable.
Respetamos la devoción que suscita el barinés, pero nos preocupa que se haga un culto de Estado que, además de desconocer a quienes disentimos, sirva de explicación a las explicaciones, legitimando la fuga de las realidades. En efecto, al lado de interesantes aportes (alguien habló de una eventual jurisdicción cultural, por ejemplo), escuchamos planteamientos que confundieron la dependencia cultural con la transculturización, o – con sabor sesentoso – del neocolonialismo, que la liturgia impide escudriñar; y, así mismo, la sola prosopopeya del lenguaje oficialista, obstaculiza la polémica organizada sobre el desabastecimiento, las devaluaciones o la desindustrialización cultural que nos aqueja.
Luce más fácil y cómodo, denostar del oficialismo que ha perdido sintonía con un pueblo que lo ha sufrido por década y media. Empero, urge llamar la atención a una oposición llamada a construir la transición democrática sobre bases de reafirmación humanista.
http://www.noticierodigital.com/2013/06/en-la-casa-de-ramon/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=971599
Fotografía: LB, interpretación del galeronista José Ágreda en la clausura del acto. Casa Ramón Vásquez Brito, Porlamar (07/06/13).
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