En nuestra estancia merideña, con motivo de la consulta del Proyecto de
Ley Orgánica de Cultura, tuvimos ocasión de apreciar el busto de Germán
Briceño Ferrigni. Casualmente cercano al sitio donde nos hospedamos,
constatamos los daños sufridos por la obra. Y es que, independientemente
de toda adscripción política e ideológica, fue un gran servidor público
y, además, se trata de un bien... público. Lamentamos mucho observar la
montura partida, el rasgo bigotal que intentó darle una connotación
hitleriana. Son las huellas de la intolerancia amarga que jamás
resolverá un despacho ministerial con la inédita competencia sobre la
Paz que, simplemente, no ha de realizar porque no es la intención.
La fotografía tomada el sábado 15 de los corrientes, la ofrecemos como un testimonio de indignación. No es posible que esto ocurra, ante la apatía general y, menos, que nada diga el oficialismo.
(LB)
No hay comentarios:
Publicar un comentario