Un dia cualquiera en la Asamblea Nacional
Hermann Alvino
Nuestro parlamento, junto a tiempos gloriosos, ha tenido épocas vergonzosas; ello lo podemos leer en cualquier texto serio de historia patria, para así comprobar cuantos ignorantes han ocupado curules desde el Siglo XIX hasta nuestros días, realidad ésta que han tenido que tolerar y gestionar de la mejor manera posible parlamentarios brillantes -además de ciudadanos ejemplares- que ocuparon las presidencias de las cámaras, tanto la de Diputados como la del Senado, junto a estupendos jefes de fracción, que ataban en lo posible a tanto temerario que lograba salir electo en la díscola democracia, y que en cualquier momento les podía causar bochorno ajeno. Y solo por mencionar algunos de aquellos encargados de mantener el prestigio del Parlamento en la segunda parte del Siglo XX, tenemos a Ramón Guillermo Aveledo, José Rodríguez Iturbe, Carlos Canache Mata, Luis Herrera Campins, Eduardo Fernández, Reinaldo Leandro Mora, etc.
Ahora vivimos otra vez tiempos parlamentarios muy malos, por la degradación a la que los diputados chavistas han llevado a la Asamblea Nacional; una degradación con doble hojilla, ya que lo que al irrespeto se le “pasa”, el concepto que tienen de dicho organismo lo “repasa”. Y esto lo podemos palpar en dos episodios del pasado Martes 13 de Agosto:
El primero, y el más escandaloso -más no el más grave- se corresponde con el palabreo del diputado oficialista Pedro Carreño, al referirse a Capriles sobre el tema de la corrupción al gritar: “Responde, homosexual. Acepta el debate, maricón” (http://goo.gl/jHNWwc) o dicho en idioma Inglés, de acuerdo a la prensa foránea: “Answer, you homosexual. Accept the challenge, you faggot”(http://goo.gl/LiVzkO).Vergüenza internacional adicional, pues.
Está claro que en este caso el problema no era la supuesta corrupción en la Gobernación de Miranda, sino el atacar “por lo bajo a Capriles”, insinuando que si un hombre está soltero a los 41 años, pues es maricón. Esto es chavismo puro, guiado de la mano de Fidel Castro, limpiando el patio, desprestigiando a sus adversarios en lo personal, e inventando delitos y situaciones que, una vez bien insertadas en la opinión pública, quiérase o no, dejan rastro, si es que no van a lo directo, y apresan al valiente disidente.
Y como Capriles no es corrupto, pues tienen que recurrir al desprestigio personal, porque -que quede claro- tampoco el problema sería la tendencia sexual del “flaco” -que sería un problema solo de su incumbencia- sino la instrumentalización que el chavismo hace de un elemento sociológico que delata su naturaleza primitiva del poder. Para ilustrarlo mejor vaya el siguiente ejemplo:
Hace ya casi treinta años, en tierra adentro, hubo una fiesta de despedida a un secretario de gobierno, quien se iba a dedicar a otros menesteres; pues bien, entre trago y trago, y música llanera a reventar, el homenajeado se lanzó un mitin que terminó con la siguiente frase: “y a mí nunca nadie me podrá acusar de haber sido ni marico ni ladrón”.
Una frase legendaria, muy común en el imaginario popular, y muy aplaudida por la concurrencia, quien se mostró de acuerdo con los valores emitidos por este criollo de pura cepa, que a lo mejor, de haber vivido en un país protestante habría dicho: “ni católico, ni ladrón”; o al revés, en un país papista: “ni protestante, ni ladrón”. Allí se reflejó “eso” que aun campa muy dentro de ese machismo endógeno, como es el odio al maricón, que muchas veces lo que realmente representa es el odio a sí mismo, por serlo efectiva o potencialmente, y no poder hacer nada por evitarlo, y lo que es peor, por no tener el valor para salir del armario, por temer que eso podría ser su ruina personal, familiar, política, o económica.
Pues bien, Pedro Carreño representa ese macho criollo que odia al maricón -sus razones tendrá…-, un macho que además cuyo estereotipo es compatible con el de los padres, tías, primas, abuelas y amigas, que miran con muy malos ojos a la mujer que sigue soltera luego de sus 25 años, porque irá a “vestir santos”…por decir lo menos. O, en otras palabras, el diputado Carreño es el representante de un pasado podrido y reaccionario, rescatado por un régimen que desea seguir manteniendo en la oscuridad a su pueblo.
El otro episodio de ese infausto dia ocurrió durante la discusión de la Ley Orgánica de la Cultura, aprobada con todos sus defectos conceptuales, chapuzas redaccionales y abusos confiscatorios por la ciega mayoría chavista.
En esa discusión destacó el discurso de la diputada Requena, chavista, promotora de dicha Ley, y abanderada de su defensa parlamentaria, quien nos trajo un elemento grave, como fue el no argumentar, sino atacar personalmente a quienes proponían otros enfoques. La contraparte democrática en esa discusión estuvo a cargo del diputado Luis Barragán, quien le regaló al país un ejemplo de comportamiento sobrio, respetuoso y concreto, de lo que debe ser un parlamentario al presentar sus argumentos y propuestas.
A los argumentos de Barragán, la representante Requena simplemente no le hizo el menor caso, porque lo suyo era atacar a la persona, apoyada además por el rugido de las barras, integradas seguramente por incautos y vivarachos que sabrán medrar un sueldito de las estructuras culturales que crea dicha ley.
Es claro que esa suerte de “cambote” entre Requena y su barra brava, agraciado por la presidencia de la cámara, que durante ese lapso la ocupó el chavista Darío Vivas, ni siquiera inmutó al sereno Barragán, quien, para desesperación de sus adversarios y por saber que le correspondía la razón en sus argumentos, siguió mostrando la infinita seguridad en sí mismo a la que ya tiene acostumbrados a los miembros de la Asamblea.
Pero lo más grave no fue el ataque personal -que denota un patrón chavista, al enlazarlo con la intervención de Carreño- sino una frase de la diputada en la que ella, incautamente, delata la verdadera naturaleza del régimen, porque al referirse a su adversario democrático Barragán, Requena afirmó que “…que él cree que el Parlamento es la expresión del poder popular…”. La frase se puede comprobar mediante el enlace (http://goo.gl/HEDxpx) exactamente en el minuto 27 con 10 segundos.
Allí pues reside la clave del asunto: de acuerdo al chavismo, o si se quiere, al régimen del usurpador Maduro, guiado por la mano de Fidel Castro: la Asamblea Nacional no representa al poder popular. Y Requena, al cargarse el Artículo 5 de su propia constitución chapucera -que establece que “Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”- por primera vez se hace explícito lo que todos sabemos: que desde hace casi quince años en Venezuela no existe separación de poderes, y que el poder mismo es uno solo, representado por una asociación mafiosa denominada PSUV que utiliza a las instituciones públicas -y privadas- para su beneficio y enriquecimiento personal.
Un mal día pues en la Asamblea Nacional, que no será peor de los que puedan venir próximamente, dada la hiperquinética patalequera chavista en cerrar el círculo, cosa que hará con la segura concesión de una Ley Habilitante a un usurpador de la Presidencia.
Y con ello posiblemente pasemos de esta dictablanda a una dictadura. La propia pues.
Avisados estamos.
https://vivalapolitica.wordpress.com/2013/08/19/un-dia-cualquiera-en-la-asamblea-nacional/
Fotografía: Acto de rechazo al por entonces proyecto oficialista (El Diario de Caracas).
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